De
nuevo te miro a través de la ventana
bajo
las sombras, permaneces al acecho de la noche
ofrendando
al sol que amanece
mientras
sonríes y esculpes y se expande
el
aroma agreste de los bosques
Te
miro en la hora celada
de
la madrugada y los sueños trenzados
donde
la ocarina conspira los vientos que emigran
y
las piedras musgosas se lavan y acuestan las calles
santificando
los silencios
Te
pregunto dónde estabas antes de que llegaran las sombras
y
si en algún norte te encuentras frágil y cansada
o
sientes el frío del inclemente invierno
te
pregunto una y otra vez
si
hueles las rosas en primavera cuando las mueve la brisa
o
si puedes explicarme porque no hay dos besos iguales
y
los suspiros no son bisiestos
Solitaria,
te acompaño
y
advierto los reflejos que emergen de los manantiales
a
través de los cristales donde tú y yo hemos implorado alguna tarde
abrigando
los latidos de nuestras siestas
y
un espejo mágico copia tu rostro y arde a sus destellos
entonces
conversamos, como el sol lo hace con el ocaso
o
las estaciones a su estío
conversamos
de las letras del abecedario
y
de aquella primavera cuando resplandecía tu rostro encelado
y
disputabas tu pelo de siete colores al viento
Y
me miras...
me
miras y te duelen las heridas de mis manos
en
la penumbra buscas algo tan absoluto como una caricia eterna
forjada
de una locura inmensa de una noche inmensa
mientras
me escondo bajo el viento enlutado de luceros y escarchas
en
ese momento callas y me observas en tu distancia
pensando
quizá, que se nos ha hecho tarde
para
bordar la noche beso a beso
entretanto
los pájaros huyen rozando la seda de tus medias
que
huelen a los siglos que te alejan
Pero
no es tarde, tu luz sigue en mi ventana de soslayo
y
te he disfrutado viendo como las estrellas rodeaban tu talle
y
acariciaban hasta hacer daño a tus manos templadas
sintiéndome
tan pequeña y tan frágil como un lucero al alba
Y te sigo observando a través de la ventana
esperando
que amanezca y cese el viento
para
refugiarme en tus alcobas y
ser la rima que desnude tu verso
bajo
el cortejo de mis dedos,
dime,
¿cómo expatrio mi ser a tus horizontes?
¿cómo
me acerco a tu cuerpo constelado?
¡luna!...¡mi
luna!
¡Quiero
ser una crisálida!
C.R.N.(2013)
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